lunes, 7 de diciembre de 2015

NATI ANDUJAR (LA CHINA), EXCOMBATIENTE DEL COMANDO PEDRO CADENA.

Mi nombre es Ana Altagracia Apolinar Andújar, nací el 10 de abril de 1949, en Santo Domingo Distrito Nacional, en la calle Altagracia número 74,  del barrio de San Carlos. Cuando tenía  5 años de edad mis padres se mudaron a la calle Tomas de la Concha número 51, próximo a la calle Feliz María Ruiz. Estudie en la escuela Arzobispo Valera, ubicada en la Jacinto de la Concha, allí hice desde el primero hasta el sexto curso de la primaria.  Cuando estalla la revolución yo recién cumplía 16 años. A esa edad yo no pensaba en tener amores, ni sabía de política. Vivía junto a mis padres y hermanos en la calle Félix María Ruiz entre avenida Duarte y  José Martí, frente a la carbonera de los cibaeño. Mis sentimientos revolucionarios son productos de las conversaciones que yo oías de mis primos Cesar Augusto y Ulo Aristy Melo, que eran miembros del Movimiento Revolucionario Catorce de Junio: 1J4. Hablaban de la falta de libertad, de las torturas, los calieses, los paleros; las luchas de los obreros y estudiantes en contra de los remanentes de la tiranía. Del derrocamiento del profesor Juan Bosch, del alzamiento de Manolo a las montañas y de la corrupción  del triunviro Donald Reíd Cabral.

Esa tarde del 24 de abril de 1965, yo estaba trabajando, limpiando una peluquería que quedaba frente a la iglesia del Carmen en Ciudad Nueva. Con el bullicio de las gentes y los vehículos, Salí para mi casa. Cuando llego veo  una multitud. Me dicen que a unos de los cibaeños de la carbonera lo habían matado y estaba tendido en el pavimento con una sábana blanca encima. Yo curiosa al fin le levante la sabana para verlo; tenía la cabeza destrozada y se le veían los sesos esparcidos. Esa imagen la tengo grabada como si hubiese sido ayer.

Ya en mi casa me pongo junta con mis hermanos, primos y vecinos a fabricar bombas molotov; tarea a la que incorporo a  Isabelita una amiga de la escuela,  más o menos de mí edad que vivía en la calle Ravelo casi esquina Juana Saltitopa.  La falda que tengo en la foto que salgo con la ametralladora Cristóbal, es color kaki;  es del uniforme escolar que se usaba en la época. La falda del uniforme escolar tenía que estar por debajo de las rodillas.

Al otro día 25 de abril, temprano en la mañana, salimos un grupito hacia el Puente Duarte a esperar los tanques, armados de bombas molotov. En la tardecita nos sorprendieron los aviones. Salimos a refugiarnos donde se pudiera y al mismo tiempo  voceando ¡Armas para el Pueblo! ¡Armas para el Pueblo!

El 26 de abril, asaltamos el destacamento policial de Villa Francisca. Isabelita tomo un revolver calibre 38 y yo cogí una ametralladora Cristóbal;   a la perrera, como le llamábamos a la guagua de la policía con pintura blanca Isabelita y yo la llenamos de letreros que decían: PUEBLO. PUEBLO. PUEBLO.
Desde ese momento a todos los vehículos policiales y militares que capturábamos les poníamos pueblo. Entonces formamos un grupo dirigido por Pedro Cadena. Ese día desde temprano los aviones de San Isidro bombardeaban con furia. Eran muchas las muertes, destrucciones e incendios de casas de maderas.  La Marina se unió a los de San Isidro y  desde los barcos lanzaban cañonazos que caían en los patios de las casas matando a muchas personas. Las muchedumbres salían con los espejos en las manos y eran barridos por las metrallas de los aviones.

El 27 de abril desde las siete de la mañana, los aviones no cesaron de bombardear el puente Duarte al tiempo que  los tanques  del CEFA lanzaban bombas y metrallas desde Villa Duarte.  Isabelita y yo estuvimos por los alrededores del Puente, sacando gentes de los escombros, disparándoles a los aviones y recogiendo heridos para que las ambulancias los llevaran al Morgan o al Moscoso Puello.  Eran tantos los muertos que las ambulancias de la Cruz Rojas y los Bomberos no daban abasto y se improvisó una fosa común.  Los cadáveres en muy mal estado, sin cabezas, pedazos de brazos y piernas eran arrojados a una cueva o fosa que había en un solar de la calle Feliz María Ruiz esquina José Martí, frente  donde la modista Celeste tenía su taller de costura y alquilaba trajes de novia y de damas de honor.  Les ponían leñas para que cogieran fuego y así evitar una  epidemia.

A las cuatro de la tardes después del gran e incesante bombardeo,  entraron los tanques, camiones blindados y los miles de guardias del CEFA. Tuvimos fuerte enfrentamiento en todas las bocas  calles aledañas al puente. En el ruido del combate y los incendios de las bombas, se escuchaba un bullicio de grito y arenga: ¡Llegaron los Ranas! ¡Llego Caamaño! ¡Ahora es que se va apelar, cobarde coño! ¡Es muy fácil desde arriba vamos a ver si es verdad que el gas pela! Gritaba Pedro Cadena.  Mientras un grupo de combatientes salía desde los escondrijos, los patios y los callejones con bombas molotov, tirapiedras, garrotes,  armas blancas y de guerra. En la Félix María Ruiz con Juana Saltitopa un guardia nos lanzó una granada que todavía tengo pequeños fragmentos en las piernas. Pero no vivió para contarlo.

El 28 de abril, los aviones siguieron atacando. Mientras íbamos limpiando la zona de los combates de cadáveres los cuales muchos fueron tirados al rio Ozama. En eso corre un mar de rumores entre ellos se espera la llegada de Juan Bosch en cualquier momento; otro dicen que se han exiliado en embajadas todos los funcionarios del gobierno provisional; pero lo que más ha extendido el pánico es que se está rumorando que los yanquis ya  están en  Haina y que hay un portaviones en alta mar dispuestos a invadirnos. Se ven en el cielo algunos helicópteros norteamericanos dando viajes hacia San Isidro. El pánico y los rumores eran tanto que la mayoría de los guardias que estaban con el pueblo se viraron. Muchos civiles abandonaron los comandos. La mayoría de los capitaleños salían huyendo a esconderse donde amigos y familiares en el interior del país. Fue donde ideamos coger la Fortaleza Ozama para con esas armas enfrentar a los invasores.

El 29 de abril, siguen los aviones disparando en todas direcciones sin un objetivo claro.  Mas la amenaza yanquis sobre nuestros hombros. Ahora era más frecuente ver hasta diez helicópteros en el aire. No llega la noticia de que ya están aterrizando en San Isidro, los paracaidistas yanquis.
Todos los comandos envían los mejores guerreros para el ataque a la fortaleza. Necesitábamos armas.

El 30 de abril a las 10 de la mañana, entramos a la fortaleza Ozama una vez allí, el coronel Lora Fernández, instruyo que se  mandara dos hombres ranas a cada comando. Me acurdo de los que les toco al comando Pedro Cadena uno se llamaba Antonio Manzueta y otro apodado Cucaracha. Mi accionar en la revolución y luego guerra patria estuvo circunscripto a los barrios San Carlos, San Antón, San Miguel, Santa Bárbara, San Lázaro, Ciudad Nueva y Villa Francisca.

El 30 de abril, a las dos  de la tarde, los soldados yanquis han ocupado el Puente Darte y vienen avanzando y desarmando a los combatientes. En este estado de confusión, estamos esperando una respuesta del Estado Mayor Constitucionalista y es cuando el Coronel Francisco Alberto Caamaño desde  la emisora Constitucionalista dijo: ¡Fuego, fuego contra los yanquis invasores!  Todos los combatientes que estábamos cerca corrimos a enfrentarlos; en la calle Juana Saltitopa esquina Francisco Henríquez y Carvajal, cae abatido por el plomo del yanqui invasor el comandante Pedro Cadena.  Tenía más o menos  veinticinco años; era alto, buen mozo, delgado y color mulato. Fue el primer líder de la revolución que mataron los gringos cuando avanzaban desde San Isidro por el puente Duarte, formando el corredor de seguridad. La batalla se extendió hasta el otro día. Esa noche fue una noche de la Patria. Los mejores francotiradores de los comandos fueron al frente.

A pedro Cadena en medio de un fuerte tiroteos los  velamos donde él vivía junto a su mamá en la Juana Saltitopa nuero 61, al otro día primero de mayo,  trasladamos el féretro al  local del comando  que estaba en la Juana Saltitopa, entre Feliz María Ruiz y Benito González. Yo fui de la que hice guardia de honor y a las dos de la tardes salimos un grupo bajo tiros a enterrarlo a pies desde Villa Francisca al cementerio de la Máximo Gómez.

Bajo una lluvia de plomos de los franco tiradores  yanquis en todo el trayecto del camino.  Memo, Pachiro,  Tina, Pedro Mena,  Isabelita y yo éramos del grupo armados que íbamos en la avanzada despejando el paso; en el trayecto se nos iban uniendo compañeros armados de los comandos de Villa Consuelo, Villa Agrícolas y Villa Juana.  Antes de salir me cambiaron la carabina Cristóbal por un fusil máuser, que cogía seis balas. El trayecto se nos hizo largo por los continuos zigzaguear  saliendo de un callejón a otro y cruzando las calles agachadas arrastrando muchas veces el ataúd hasta llegar al cementerio donde había otros enterrando sus muertos y cavando una fosa común.
Cuando salimos del cementerio fuimos convidados a participar en la batalla de la Fábrica de clavos Enriquillo, allí conocí a la Rubia que formaba parte del comando Cucaracha 20.

A partir del 2 de mayo hago guardia nocturna en el comando Pedro Cadena. El primer día se me zafo un tiro hacia riba.



El 15 y el 16 de junio, fue la gran batalla contra los yanquis invasores. El 15 en la mañana tropas yanquis mataron al combatiente Freddy Jiménez, en la calle Juana Saltitopa miembro del Comando Pedro Cadena, ya habían matado al combatiente Batata, de la Avanzada  uno del B-3,  en la Jacinto de la Concha y en la tarde al subcomandante del comando B-3 Jacques Viau Renaud y heridos a los comandantes Pedro Bonilla del B-3 y a Jaime Cruz de Los Rolitas.

 En la Escuela Arzobispo Valera funcionaba una avanzada del comando del MPD, otra de Los Rolitas y el Comando Central del B-3. Como a las cinco de la tarde  un mortero yanquis, derribo una pared de la escuela Arzobispo Valera donde estaba el Comando B-3 y en fuego cruzado nos trasladamos  al cine Atena. 

 Yo vivía en la Feliz María Ruiz paralela a la Ravelo entre Avenida Duarte y José Martí.  El cine Atenas, hacia patio con mi casa. Hicimos un boquete en la pared del cine Atenas para sacar las armas del Comando B-3; una vez las armas en el patio las introducíamos en colchonetas y las seguíamos pasando por los patios hasta cruzar la avenida Mella, para abastecer a los combatientes que estaban luchando en Santa Bárbara,  San Antón y San Miguel.

Los yanquis con camiones y jeeps bien artillados, en filas indias bajaban con centenares de marines y paracaidistas, por  las Avenidas Duarte y José Martí hacia Ciudad Nueva; pero formamos en esos barrios un muro humano de contención. El alto mando constitucionalista mando a recoger los cartuchos vacíos para rellenarlos. Escaseaban las municiones, pero estábamos dispuestos a morir por la patria antes que rendirnos.

Los enfrente juntos con los bravos combatientes Eliseo Andújar alias Lilito Barahona, Pichirilo, Isabelita, Norge Botello,  Tina Lozano alias Bazuca, Jaime Cruz,  Belkys Maldonado alias La Coquí, los Hombres Ranas  apodados El Zurdito, Cucaracha y Antonio Manzueta; Alfredo Toussaint,  Argentina Macario, Freddy Jiménez, Virgilio Martínez, Héctor Muñoz,  Emigdio Sosa, Memo, una combatiente de San Miguel apodada La Niña, La Coronela Gladys,  y Amparo una combatiente de San Carlos del Comando Los Rolitas; los hermanos Aristy Melo, Henry Segarra, Rafaelito Bueno, los hermanos Mangá, Tony el Osito, Miguel el loco que era el combatientes de mayor edad en el grupo y  andaba en un tanque de guerra.   Miles de combatientes de todos los comandos dimos el todo por el todo en esos dos días gloriosos.  

Bajos intensos fuego de bombas y bazucas; granadas y morteros; metrallas y fusiles;  enterrábamos a nuestros muertos, bajando por la calle Juan Isidro Pérez hasta a salir por los alrededores del destacamento de los bomberos de la avenida Mella; luego salíamos al cementerio Independencia. Sacábamos a los heridos de los escombros y seguíamos combatiendo.


La que tiene el fusil es Nati Andújar, apodada ¨La China¨, del comando Pedro Cadena; el 24 de abril de 1965, contaba con 16 años de edad.  La que tiene el revolver es la combatiente Isabelita. Quienes gritaban el 28 de abril en la avenida Duarte ¡PATRIA O MUERTE!


El excombatiente Darío Olivo, nos cuenta: yo conocí a La China, cerca de la calle Juana Saltitopa, luego en el barrio  San Carlos, en la calle  Montecristi. Esa  si fue dura con los gringos cuándo echaban las alambradas. Tenía una Cristóbal.

El excombatiente Emigdio Sosa del comando POASI,  nos cuenta que: -El 16 de junio de 1965, en la mañana, voy cruzando del barrio  Santa Bárbara al barrio  San Antón, en combate contra las tropas yanquis de ocupación y en una boca calle me encuentro yo y un  grupo de compañeros combatientes con La China, enfrentando con un fusil máuser a las tropas yanquis que intentaban tomar la placita de San Antón. Al vernos nos llamó y me acuerdo como ahora que una señora desde un callejón de la calle Celestino Duarte le paso una taza de avena con chocolate y ella le dijo no gracias y me la dio a mí. Nos acantonamos en las ruinas de San Francisco, cerca del liceo Argentina.

El excomandante del comando del MPD, Harry Jiménez, conocido como Memo, hablando de las mujeres de abril nos dice: -Mira, yo  conocí a la China del Pedro Cadena; ella es de aquí, de Santa Bárbara y San Antón. Era una combatiente 1-A.



Entrevista a Nati Anduajar (LA CHINA) del Libro: Relatos de los Combatientes de Abril 1965 del Investigador Tirso Medrano


martes, 1 de diciembre de 2015

EL ANTIHAITIANISMO

EL ANTIHAITIANISMO


A partir de la invasión haitiana del 1822, el anti haitianismo fue escalando en el pueblo, muchas familias importantes se fueron de la colonia, tras las medidas impopulares tomadas por el gobierno de Boyer y el rechazo de los productores de tabacos y café al pago de los impuestos. Amén de que nuestra población negra nunca se sintió ser haitiana, ya que se sentían orgullosos de ser negro criollo, nacido en esta tierra; por lo tanto nunca asimilaron ni sus costumbres ni sus idiomas. Al contrario los negros libres de una forma u otra estaban emparentados con algún descendiente de españoles o con un español puro y sus vástagos más claros que ellos en el color solían decir que eran ¨blanco de la tierra¨. Amén de que en el momento de la ocupación Haitiana, eran muy pocos los que tenían esclavos de recientes importación. Y en la mayoría de los hatos los negros estaban en especie de liberto que era casi igual que ser libre. 

Es muy difícil ver en la actualidad después de casi doscientos años de separación de Haití, a un dominicano de color negro hablar el idioma de los vecinos haitianos, el creole, todo por el temor de no ser confundido por tal. 

Ya que los publicistas haitiano fagos, se han encargado de difundir unos marasmos históricos y vericuetos afro haitianos con el fin de crear fricciones con objetivos inconfesables. 

Nos han vendido la idea de que nuestros enemigos principales, inmediatos, eternos y cercanos son los haitianos y nuestros principales amigos, protectores y aliados económicos son los norteamericanos. 
Lo más obvio es que el color oscuro de la piel, en la Republica Dominicana, está asociado a los extracto de miseria, marginalidad extrema y exclusión social. Común mente mientras más negra es la persona es más pobre, por lo tanto en las comunidades de los bateyes, las poblaciones negras-haitianas son las más excluidas. 
Se tiene la creencia mal fundada en algunos dominicanos de escasos conocimientos intelectuales, de que ser negro es ser bruto, pobre y feo. Pero si el negro es haitiano entonces es bruto, pobre, hediondo, haragán, feo y brujo.




Negritud



Por Tirso Medrano

Las devastaciones del gobernador Don Antonio Ozorio en los años 1605 y 1606. Desarticularon la floreciente economía que vivía la colonia de Santo Domingo en ese momento. Fueron muchas las familias que emigraron a Cuba, Puerto Rico, Venezuela y a otras islas vecinas. La familia empezó a desmembrarse productos de la miseria que trajo tan cruel y fatal medida. Los ingenios de la parte norte de la colonia se perdieron al igual que los hatos ganaderos, las siembras de algodón, caña de azúcar, las minas y otros cultivos, amén de los incendios de, bohíos, ermitas y predios de subsistencias. Más de la mitad de los habitantes de la isla fueron trasladados en contra de su voluntad, hacia la región este de la isla. Se hicieron asentamientos humanos en la ciudad de Santo Domingo y sus alrededores. En febrero de 1605 el Gobernador destruye las ciudades del noroeste y funda las ciudades de Monte Plata y Bayaguana. A partir de ese momento la Colonia de Santo Domingo, emprende el camino de la miseria, la descomposición social, el relajamiento de las costumbres y lo que era una colonia floreciente se derrumba y empieza a vivir del ducado que venía de Méjico. 

España con su sed de buscar oro desde antes de la devastaciones le había perdido interés a esta colonia donde ya el oro era escaso y se estaba sustituyendo por los trapiches e ingenios azucareros. En la colonia se hablaba de los grandes descubrimientos de oros allende los mares. 

Los grandes señores esclavistas se retiraban con sus esclavos o partes de ellos, al igual que los comerciantes, los sacerdotes y profesionales. La colonia quedaba casi desierta. Ya no había aborígenes que esclavizar, los pocos se habían mezclados con los españoles y los negros; ahora sus descendientes se consideraban ¨blanco de la tierra.¨ o criollo.

La devastaciones de Osorio, incentivaron las huidas de blancos, negros y mulatos a las montañas donde habían manieles, a los palenques (villorrios a la orillas de la mar), y a los pueblos abandonados.

Ya los negros esclavizados se convertían en libres, huyendo hacia la Cordillera Central; hacia el norte de la isla. Los mismos que muchos blancos y mulatos; también huyen zambos y aborígenes, producto de la subsistencia.
El mulato Hernando Montoro, se convierte en el líder de la rebelión de Guaba, en contra de las devastaciones. Negros, blancos y mulatos se les unen.
Para ese entonces habían muchos negros que habían comprado u obtenidos su libertad y vivían en las Ciudades de Santo Domingo, Santiago y sus alrededores. Ejerciendo varios oficios, como recueros, aguateros, venduteros de hojas y piedras; otros se convierten en pequeños hateros, carniceros, agricultores, artesanos, curanderos, curtidores de cueros, carreteros, pescadores, etc. Y tenían sus cofradías, muchas de ellas dentro de las iglesias con la cofradía de San Juan Bautista, la cual el Papa Paulo V, en el año 1606 concede algunos privilegios a sus miembros para que operen libremente. En la medida en que la Colonia se va empobreciendo las leyes esclavistas se van haciendo menos exigentes. En el 1610, se celebró un sínodo en el que se dispuso que los dueños de ingenios y otras unidades productivas que tuviesen esclavizados, tuvieran que enseñarles las doctrinas cristiana, oraciones, ir a la iglesia los domingos y días festivos y enseñarlos a persignarse.


Tainos








EL AREITO DE ANACAONA


El areito era la manifestación que agrupaba o reunía en un mismo espacio las actividades de bailar, cantar y  tocar; podríamos decir que era especie de un gran teatro donde todos los grupos se juntaban a disfrutar, a celebrar, a festejar algo.    Eran motivos de un areito la llegada de la primavera, el tiempo de la cosecha, la abundancia en la pesca, la celebración de algún acto heroico y hasta para recibir algún visitante distinguido. Lo religioso y lo trivial se mezclaban en este festejo llamado Areito. El padre Las Casas, nos relata: ¨cuando se juntaban muchas mujeres indias a rayar las raíces de  que se hacia el cazabe, cantaban ciertos cantos que tenían muy buena sonata¨. Fernando de Oviedo, cita que:  ¨en el areito que dio la cacica Anacaona al gobernador de la española andaban en las danzas más de trescientas doncellas todas criadas suyas mujeres por casar¨. El  Almirante Cristóbal Colon nos dice: ¨tenían un cantar hasta cuando hablaban¨.
El historiador y antropólogo cubano Fernando Ortiz, asegura que: ¨nada musical de los indios fue transmitido a sus sucesores en el dominio de las Antillas¨.  En otra cita el mismo Fernando Ortiz nos dice: ¨El mito de la supervivencia india en la música a estado perturbando la apreciación objetiva de la verdad histórica y hay que desvanecerla definitivamente¨.
El investigador cubano Adolfo Salazar, nos refiere lo siguiente: ¨la música negra más elaborada que  la indígena ahogo la resonancia de esta con la superioridad de los instrumentos…… los tambores membrafonos, los percusivos metálicos, las melódicas marimbas y marimbulas, las arpas y las liras, y los arcos monocordes. La música de los blancos y los negros probablemente esta, más que aquellas por estar más en contacto hicieron callar la más atrasada de los indios¨.
 Doña Flerida de Nolasco, investigadora del folklore dominicano, nos dice que: ¨no hay huellas de indigenismo en la música de tipo folklórica en Santo Domingo, serios estudios han probado que los deseos son inútiles cuando se trata de forzar la realidad histórica¨.


EL FALSO AREITO DE ANACAONA

Los cronistas de indias han recogido literalmente las formas e instrumentos de los bailes aborígenes. Pero en cuanto a partitura musical, todo lo que han encontrado es una escala heptofónica usada en la música española.  En esta escala se escribió el areito de Anacaona, los investigadores coinciden en que la escala musical de los aborígenes debía de ser pentafónicas.
Fernando Ortiz asegura que: ¨el areito de Anacaona es un cuplé usado en Haití por los negros del vudú en sus luchas contra los blancos. ¨ hay datos históricos que aseguran que este areito fue mandado a hacer por Henry Christopher, quien tenía un sequito de músicos, cantantes y bailarinas, quienes en el momento del almuerzo les interpretaban el areito de Anacaona.  Este areito se lo compuso un músico francés y fue recogido en  el 1847, por una comisión investigadora de las culturas de las tribus indígenas de América, nombrada por el congreso de los Estados Unidos de Norteamérica. Sus letras son las siguientes:

Aya bomba ya Bombay,
La Massana Anacaona.
Van van tuvana dogay,
Aya bomba ya Bombay.

Estas letras como se puede leer son africanas de origen Bantú. Oigamos los que nos dice al respecto Fernando Ortiz: ¨los patriotas haitianos deseosos de ocultar el carácter radicalmente africano de aquellas palabras  de conjuros a los manes bantús de sus antepasados, inventaron para decírsela a los blancos que le interrogaban, una tradición falsa pero verosímil, como un canto revolucionario propio de la época.¨ Ya sabemos que  si existió el  areito de Anacaona por los que nos dicen los cronistas de indias; pero no tenemos partitura musical del mismo, ni existen vestigios musicales ni oral, ni sonoro disgregado en la población criolla de la República de Haití, ni tampoco de la República Dominicana.  Solo sabemos que los aborígenes bailaban, cantaban, tocaban, actuaban y jugaban; pero no existe una reproducción folklórica generacional, de estos actos ya que con el exterminio de esa raza, solo nos quedan vestigios culturales tales como algunos instrumentos idiófonos como reliquias musicológicas, jeroglíficos en cavernas pre colombinas, vasijas de barros, seniles de piedras y la elaboración del cazabe y la hamaca que todavía perviven como el cachimbo, la tizana y el bohío, cementerios tainos;  Amén de algunos vocablos diseminados en el español latinoamericano tales como: huracán, tinaja, guayo, canoa, bejuco, hamaca, canoa, cibao, Haití, manatí, yuca, batata, jutia, guácara, ceiba, seíbo, cachimbo y otras  que por razones de tiempos nos reservamos.
Nuestra folklorista Flerida de Nolasco, nos dice lo siguiente: ¨Huelga decir que nunca podría llamarse folklore musical a lo que se ha atribuido a la reina Anacaona. Se llama folklore musical a lo que sobrevive de una civilización, los que quedan de los pueblos barbaros y semis barbaros, correspondientes a otra rama del conocimiento. Los estratos folklóricos de Santo Domingo comienzan con la civilización, es decir, con el asiento de los conquistadores hispánicos.¨


INSTRUMENTOS MUSICALES TAINOS



Los aborígenes de las Antillas tenían muy pocos instrumentos musicales, eso se lo podemos achacar al estado primitivo en que se encontraban en el momento del choque cultural y a la falta de contacto con los pueblos de tierra firmes del continente. 

El folklorista Fradique Lizardo nos dice: ¨Los membráfonos eran inexistentes ya que no se reportan, sino por el contrario se hace salvedad de que no los había¨. Al mismo tiempo nos aclara: ¨Los aerófonos encontrados hasta ahora, no creo que sirvan para hacer un gran acompañamiento¨. 
Fradique resalta que los instrumentos aborígenes de mayor credibilidad encontrados en la isla la Española o Haití, son idiófono de escasa melodía. Ejemplo de ellos las maracas, las Sartas de Conchas y el Tambor sin parche llamado Mayohuacan. Fradique pone en tela de juicio el origen taino de algunos aerófonos tales como el de la Flauta Ocaina y el del Silbato de Hueso. 
El Silbato de Hueso, es reportado por el investigador Marcio Veloz Magiolo, el cual solo reporta uno. Es sabido que los aborígenes caribes hacían una flautilla con los huesos de sus enemigos, los mismos hacen todavía los indios de tierra firmes.
De la Flauta Ocaina solo se han reportado hasta la fecha cinco y de los Címbalos o Crótalos metálicos, solo se han reportado uno. Fradique sostiene la teoría de que la Gayumba portátil, no es de origen taino, sino africano. Si nos apegamos a la verdad histórica encontraremos que Fradique tiene la razón. Hurgando en los documentos de los cronistas de india hemos podido encontrar una descripción de la Maraca, hecha por el Fraile Bartolomé de las Casas, la cual la describe de la siguiente manera: ¨Tenían unos cascabeles muy sutiles de maderas, muy artificiosamente con unas piedrecitas las cuales sonaban poca y roncamente¨. 

Del uso del tambor usados por los aborígenes es sabido por todos los cronistas, los cuales lo registran como parte del ceremonial de la Cohoba y del Areito. Fernando Ortiz nos dice al respecto: ¨De las noticias de los antiguos, se deduce claramente que los indio antillanos, usaban para su música ciertos tambores llamados Mayohuacan, hechos todos de madera y sin cueros¨. 

Los aborígenes cubanos usaban instrumentos cordófonos y aerófonos. Al respecto Fernando Ortiz nos dice: ¨Y además tenían guamos o grandes Cobos y pequeños caracoles marinos como trompas, ciertas Flautillas construida quizás de canutos o de huesos, maracas y cascabeles hechos de conchas univalvas. Es cuanto se sabe de sus instrumentos musicales, a parte de las cuerdas vocales de sus gargantas¨. 

En esta isla habían tambores, eso lo confirma Fernando de Oviedo, cuando escribe: ¨Algunas veces junto con el canto mezclan un tambor que es hecho de un madero redondo, hueco cóncavo y tan grueso como un hombre y más o menos como lo quieran hacer¨.
 
También los tainos usaban caracoles como instrumentos musicales. López Gomara, narra los siguientes: ¨ Venían los hombres pintados de negros, colorados, azules y otros colores o enramados de flores y plumajes, caracoles y conchuelas en los brazos y piernas por cascabeles¨. 

Sabemos que los aborígenes no pudieron usar pieles en sus tambores porque ellos no conocían animales que la tuvieran. En esta isla no había animales cuadrúpedos de gran tamaño que pudiesen tener cueros de gran grosor como para hacer parche sonoro.
 
El Jututo, es un aerófonos de escasa melodía es posible que fuera usado tanto en el areito como para aviso de guerra. 

Sus instrumentos eran escasos, monorrítmicos o idiófono, amén de las cuerdas vocales que las usaban en todas sus manifestaciones.


lunes, 23 de noviembre de 2015

MI PARTICIPACIÓN EN EL INTENTO DE ASALTO AL PALACIO PRESIDENCIAL EL 19 DE MAYO DE 1965. Por Nelson Espinal Bonetti (Nelson Gasolina).

Esa mañana salí temprano de la calle Pina Esquina Canela donde estaba la Jefatura de Estado Mayor Constitucionalista desde el 24 de abril ( el 4 de mayo se trasladó parte de la Jefatura de Estado Mayor al edificio Copello, en la calle El Conde, por falta de espacio). Las calles estaban normales en Ciudad Nueva, no así en los barrios de la parte norte de la ciudad de Santo Domingo, donde el pueblo libraba continuas batallas con los ¨ guardias reconstructores de Wessin e Imbert¨, por el control de la ciudad. 
Era un secreto a voces lo del asalto al Palacio. Camine por todo el Conde hacia el edificio Copello, zigzagueando por los constantes disparos que desde los Molinos hacia el franco tirador Douglas Lucas, sargento de la 82ava, Compañía Aerotransportada de Los Estados Unidos. A quien mataron meses después en Vietnam. Ese francotirador tiraba hacia la calle el Conde constantemente matando principalmente niños y adolescentes vendedores del periódico Patria. Al llegar a la puerta del edificio Copello, salude al centinela y escuche que alguien mencionó mi nombre. Mire hacia arriba y era el Coronel Héctor Lachapelle Díaz, quien me llamaba parado en la escalera del segundo piso; me hace seña que suba y me dice: -te informaron lo de hoy- a lo que le contesto que sí. Me dijo: -Están dando las instrucciones donde el Coronel Lora Fernández.- Al llegar a la puerta del Coronel Lora Fernández, Jefe de Estado Mayor Constitucionalista. Lo encuentro de pies arengando a militares y civiles constitucionalistas. Me hace seña que entre. El tema era la toma del Palacio Presidencial.
En ese momento se presentó el presidente Francisco Alberto Caamaño, todos nos pusimos de pies. Les dio unas instrucciones al Coronel Lora Fernández y al Teniente Héctor Emilio Conde Espino. Luego de varias instrucciones ordeno al Teniente Héctor Emilio Conde Espino tomar el control del ataque del Palacio por los lados de San Carlos, ya que por los frentes de la 30 de marzo es que están los garajes del palacio donde se encuentran los tanques.
En ese momento un oficial vestido correctamente, al cual yo nunca había visto le dice al Presidente Caamaño: -Francis, y yo que hago?- El presidente le dice: - Nada, Usted se queda con Lora Fernández- Ese Coronel era Tomas Fernández Domínguez.
Illio Capocci le dice a Lora Fernández: -Esta es la segunda vez que voy al Palacio; no estoy de acuerdo con el asalto. O lo tomamos o me quedo dentro-
El Coronel Rafael Tomas Fernández Domínguez le dice al Teniente Conde Espino: -Teniente, lo estoy relevando de la orden. Refuerce la trinchera del Malecón con calle Pasteur, que es donde estamos más flojos.- Yo me fui con el Teniente Conde Espino, hacia el Malecón. Al pasar por el Comando Central del 14 de Junio, en la calle José Gabriel García esquina Estrelleta, se estaba despachando un grupo de combatientes para el Palacio Nacional; el Teniente Conde Espino, siguió con su grupo hacia la trinchera del Malecón con Pasteur. Yo me separe del grupo y me uní a la columna del 14 de Junio, que iba hacia el Palacio.
Subimos por la calle Las Carreras hasta la calle Uruguay esquina avenida Bolívar. Doblamos a la izquierda por la calle Doctor Báez; Al empezar los combates, nos internamos por los jardines y los patios de las casas. El tableteos de las ametralladoras y fusiles de los gringos y las tropas del CEFA, eran prolongados y a ras de suelo, de forma chispeante incrustándose los fragmentos de los proyectiles en los contenes, aceras y ramas de los árboles de los jardines.
Llegamos hasta la calle Rodríguez Objio a ras de suelo. Los disparos cortaban las gramas. Un grupo logro llegar hasta la calle Cesar Nicolás Penson. El fuego era tan intenso que duró media hora y nos parecía un día entero. No podíamos movernos para ningún lado. En ese momento el Comando Central del 14 de Junio dio orden de retirada. El salto había fracasado.
En el acto me entere que habían caído mortalmente el coronel Rafael Fernández Domínguez, Illio Capocci, entrenador de los Hombres Ranas; el teniente de la Policía Ernesto Gómez; el Hombre Rana Miguel López y los dirigentes del Movimiento Revolucionario 14 de Junio, doctor Juan Miguel Román, quien era el Comandante Militar del 1J4, Euclides Morillo. José Jiménez Rosario (Pipí), Ramón Taveras; Carlos Gómez, David Lorenzo Fernández; los combatientes haitianos Jean Sateur y Jean Batiste. Resultando heridos los combatientes: Amaury German, Rafaelito, Mario Álvarez, Víctor Ramírez y Leo Licairac.