Mi nombre
es Ana Altagracia Apolinar Andújar, nací el 10 de abril de 1949, en Santo
Domingo Distrito Nacional, en la calle Altagracia número 74, del barrio de San Carlos. Cuando tenía 5 años de edad mis padres se mudaron a la
calle Tomas de la Concha número 51, próximo a la calle Feliz María Ruiz.
Estudie en la escuela Arzobispo Valera, ubicada en la Jacinto de la Concha,
allí hice desde el primero hasta el sexto curso de la primaria. Cuando estalla la revolución yo recién cumplía
16 años. A esa edad yo no pensaba en tener amores, ni sabía de política. Vivía
junto a mis padres y hermanos en la calle Félix María Ruiz entre avenida Duarte
y José Martí, frente a la carbonera de
los cibaeño. Mis sentimientos revolucionarios son productos de las
conversaciones que yo oías de mis primos Cesar Augusto y Ulo Aristy Melo, que
eran miembros del Movimiento Revolucionario Catorce de Junio: 1J4. Hablaban de
la falta de libertad, de las torturas, los calieses, los paleros; las luchas de
los obreros y estudiantes en contra de los remanentes de la tiranía. Del
derrocamiento del profesor Juan Bosch, del alzamiento de Manolo a las montañas
y de la corrupción del triunviro Donald
Reíd Cabral.
Esa tarde
del 24 de abril de 1965, yo estaba trabajando, limpiando una peluquería que
quedaba frente a la iglesia del Carmen en Ciudad Nueva. Con el bullicio de las
gentes y los vehículos, Salí para mi casa. Cuando llego veo una multitud. Me dicen que a unos de los
cibaeños de la carbonera lo habían matado y estaba tendido en el pavimento con
una sábana blanca encima. Yo curiosa al fin le levante la sabana para verlo;
tenía la cabeza destrozada y se le veían los sesos esparcidos. Esa imagen la
tengo grabada como si hubiese sido ayer.
Ya en mi
casa me pongo junta con mis hermanos, primos y vecinos a fabricar bombas
molotov; tarea a la que incorporo a Isabelita una amiga de la escuela, más o menos de mí edad que vivía en la calle
Ravelo casi esquina Juana Saltitopa. La
falda que tengo en la foto que salgo con la ametralladora Cristóbal, es color
kaki; es del uniforme escolar que se
usaba en la época. La falda del uniforme escolar tenía que estar por debajo de
las rodillas.
Al otro
día 25 de abril, temprano en la mañana, salimos un grupito hacia el Puente
Duarte a esperar los tanques, armados de bombas molotov. En la tardecita nos
sorprendieron los aviones. Salimos a refugiarnos donde se pudiera y al mismo tiempo voceando ¡Armas para el Pueblo! ¡Armas para
el Pueblo!
El 26 de
abril, asaltamos el destacamento policial de Villa Francisca. Isabelita tomo un
revolver calibre 38 y yo cogí una ametralladora Cristóbal; a la
perrera, como le llamábamos a la guagua de la policía con pintura blanca
Isabelita y yo la llenamos de letreros que decían: PUEBLO. PUEBLO. PUEBLO.
Desde ese
momento a todos los vehículos policiales y militares que capturábamos les
poníamos pueblo. Entonces formamos un grupo dirigido por Pedro Cadena. Ese día
desde temprano los aviones de San Isidro bombardeaban con furia. Eran muchas
las muertes, destrucciones e incendios de casas de maderas. La Marina se unió a los de San Isidro y desde los barcos lanzaban cañonazos que caían
en los patios de las casas matando a muchas personas. Las muchedumbres salían
con los espejos en las manos y eran barridos por las metrallas de los aviones.
El 27 de
abril desde las siete de la mañana, los aviones no cesaron de bombardear el
puente Duarte al tiempo que los tanques del CEFA lanzaban bombas y metrallas desde
Villa Duarte. Isabelita y yo estuvimos
por los alrededores del Puente, sacando gentes de los escombros, disparándoles
a los aviones y recogiendo heridos para que las ambulancias los llevaran al
Morgan o al Moscoso Puello. Eran tantos
los muertos que las ambulancias de la Cruz Rojas y los Bomberos no daban abasto
y se improvisó una fosa común. Los
cadáveres en muy mal estado, sin cabezas, pedazos de brazos y piernas eran
arrojados a una cueva o fosa que había en un solar de la calle Feliz María Ruiz
esquina José Martí, frente donde la
modista Celeste tenía su taller de costura y alquilaba trajes de novia y de
damas de honor. Les ponían leñas para
que cogieran fuego y así evitar una
epidemia.
A las
cuatro de la tardes después del gran e incesante bombardeo, entraron los tanques, camiones blindados y los
miles de guardias del CEFA. Tuvimos fuerte enfrentamiento en todas las bocas calles aledañas al puente. En el ruido del
combate y los incendios de las bombas, se escuchaba un bullicio de grito y arenga:
¡Llegaron los Ranas! ¡Llego Caamaño! ¡Ahora es que se va apelar, cobarde coño! ¡Es
muy fácil desde arriba vamos a ver si es verdad que el gas pela! Gritaba Pedro
Cadena. Mientras un grupo de combatientes
salía desde los escondrijos, los patios y los callejones con bombas molotov,
tirapiedras, garrotes, armas blancas y de
guerra. En la Félix María Ruiz con Juana Saltitopa un guardia nos lanzó una
granada que todavía tengo pequeños fragmentos en las piernas. Pero no vivió
para contarlo.
El 28 de
abril, los aviones siguieron atacando. Mientras íbamos limpiando la zona de los
combates de cadáveres los cuales muchos fueron tirados al rio Ozama. En eso
corre un mar de rumores entre ellos se espera la llegada de Juan Bosch en
cualquier momento; otro dicen que se han exiliado en embajadas todos los
funcionarios del gobierno provisional; pero lo que más ha extendido el pánico
es que se está rumorando que los yanquis ya
están en Haina y que hay un
portaviones en alta mar dispuestos a invadirnos. Se ven en el cielo algunos
helicópteros norteamericanos dando viajes hacia San Isidro. El pánico y los
rumores eran tanto que la mayoría de los guardias que estaban con el pueblo se
viraron. Muchos civiles abandonaron los comandos. La mayoría de los capitaleños
salían huyendo a esconderse donde amigos y familiares en el interior del país. Fue
donde ideamos coger la Fortaleza Ozama para con esas armas enfrentar a los
invasores.
El 29 de
abril, siguen los aviones disparando en todas direcciones sin un objetivo
claro. Mas la amenaza yanquis sobre
nuestros hombros. Ahora era más frecuente ver hasta diez helicópteros en el
aire. No llega la noticia de que ya están aterrizando en San Isidro, los
paracaidistas yanquis.
Todos los
comandos envían los mejores guerreros para el ataque a la fortaleza. Necesitábamos
armas.
El 30 de
abril a las 10 de la mañana, entramos a la fortaleza Ozama una vez allí, el
coronel Lora Fernández, instruyo que se
mandara dos hombres ranas a cada comando. Me acurdo de los que les toco
al comando Pedro Cadena uno se llamaba Antonio Manzueta y otro apodado
Cucaracha. Mi accionar en la revolución y luego guerra patria estuvo
circunscripto a los barrios San Carlos, San Antón, San Miguel, Santa Bárbara,
San Lázaro, Ciudad Nueva y Villa Francisca.
El 30 de
abril, a las dos de la tarde, los
soldados yanquis han ocupado el Puente Darte y vienen avanzando y desarmando a
los combatientes. En este estado de confusión, estamos esperando una respuesta
del Estado Mayor Constitucionalista y es cuando el Coronel Francisco Alberto
Caamaño desde la emisora
Constitucionalista dijo: ¡Fuego, fuego contra los yanquis invasores! Todos los combatientes que estábamos cerca
corrimos a enfrentarlos; en la calle Juana Saltitopa esquina Francisco
Henríquez y Carvajal, cae abatido por el plomo del yanqui invasor el comandante
Pedro Cadena. Tenía más o menos veinticinco años; era alto, buen mozo, delgado
y color mulato. Fue el primer líder de la revolución que mataron los gringos cuando
avanzaban desde San Isidro por el puente Duarte, formando el corredor de
seguridad. La batalla se extendió hasta el otro día. Esa noche fue una noche de
la Patria. Los mejores francotiradores de los comandos fueron al frente.
A pedro
Cadena en medio de un fuerte tiroteos los velamos donde él vivía junto a su mamá en la
Juana Saltitopa nuero 61, al otro día primero de mayo, trasladamos el féretro al local del comando que estaba en la Juana Saltitopa, entre Feliz
María Ruiz y Benito González. Yo fui de la que hice guardia de honor y a las
dos de la tardes salimos un grupo bajo tiros a enterrarlo a pies desde Villa
Francisca al cementerio de la Máximo Gómez.
Bajo una
lluvia de plomos de los franco tiradores
yanquis en todo el trayecto del camino.
Memo, Pachiro, Tina, Pedro Mena, Isabelita y yo éramos del grupo armados que
íbamos en la avanzada despejando el paso; en el trayecto se nos iban uniendo
compañeros armados de los comandos de Villa Consuelo, Villa Agrícolas y Villa
Juana. Antes de salir me cambiaron la
carabina Cristóbal por un fusil máuser, que cogía seis balas. El trayecto se
nos hizo largo por los continuos zigzaguear
saliendo de un callejón a otro y cruzando las calles agachadas
arrastrando muchas veces el ataúd hasta llegar al cementerio donde había otros
enterrando sus muertos y cavando una fosa común.
Cuando
salimos del cementerio fuimos convidados a participar en la batalla de la
Fábrica de clavos Enriquillo, allí conocí a la Rubia que formaba parte del
comando Cucaracha 20.
A partir
del 2 de mayo hago guardia nocturna en el comando Pedro Cadena. El primer día
se me zafo un tiro hacia riba.
El 15 y
el 16 de junio, fue la gran batalla contra los yanquis invasores. El 15 en la
mañana tropas yanquis mataron al combatiente Freddy Jiménez, en la calle Juana
Saltitopa miembro del Comando Pedro Cadena, ya habían matado al combatiente
Batata, de la Avanzada uno del B-3, en la Jacinto de la Concha y en la tarde al subcomandante
del comando B-3 Jacques Viau Renaud y heridos a los comandantes Pedro Bonilla
del B-3 y a Jaime Cruz de Los Rolitas.
En la Escuela Arzobispo Valera funcionaba una
avanzada del comando del MPD, otra de Los Rolitas y el Comando Central del B-3.
Como a las cinco de la tarde un mortero
yanquis, derribo una pared de la escuela Arzobispo Valera donde estaba el
Comando B-3 y en fuego cruzado nos trasladamos al cine Atena.
Yo vivía en la Feliz María Ruiz paralela a la
Ravelo entre Avenida Duarte y José Martí.
El cine Atenas, hacia patio con mi casa. Hicimos un boquete en la pared
del cine Atenas para sacar las armas del Comando B-3; una vez las armas en el
patio las introducíamos en colchonetas y las seguíamos pasando por los patios
hasta cruzar la avenida Mella, para abastecer a los combatientes que estaban
luchando en Santa Bárbara, San Antón y
San Miguel.
Los
yanquis con camiones y jeeps bien artillados, en filas indias bajaban con
centenares de marines y paracaidistas, por
las Avenidas Duarte y José Martí hacia Ciudad Nueva; pero formamos en
esos barrios un muro humano de contención. El alto mando constitucionalista
mando a recoger los cartuchos vacíos para rellenarlos. Escaseaban las
municiones, pero estábamos dispuestos a morir por la patria antes que
rendirnos.
Los
enfrente juntos con los bravos combatientes Eliseo Andújar alias Lilito
Barahona, Pichirilo, Isabelita, Norge Botello, Tina Lozano alias Bazuca, Jaime Cruz, Belkys Maldonado alias La Coquí, los Hombres
Ranas apodados El Zurdito, Cucaracha y
Antonio Manzueta; Alfredo Toussaint, Argentina Macario, Freddy Jiménez, Virgilio
Martínez, Héctor Muñoz, Emigdio Sosa,
Memo, una combatiente de San Miguel apodada La Niña, La Coronela Gladys, y Amparo una combatiente de San Carlos del
Comando Los Rolitas; los hermanos Aristy Melo, Henry Segarra, Rafaelito Bueno,
los hermanos Mangá, Tony el Osito, Miguel el loco que era el combatientes de
mayor edad en el grupo y andaba en un
tanque de guerra. Miles de combatientes de todos los comandos dimos
el todo por el todo en esos dos días gloriosos.
Bajos
intensos fuego de bombas y bazucas; granadas y morteros; metrallas y fusiles; enterrábamos a nuestros muertos, bajando por
la calle Juan Isidro Pérez hasta a salir por los alrededores del destacamento
de los bomberos de la avenida Mella; luego salíamos al cementerio
Independencia. Sacábamos a los heridos de los escombros y seguíamos
combatiendo.
La que
tiene el fusil es Nati Andújar, apodada ¨La China¨, del comando Pedro Cadena;
el 24 de abril de 1965, contaba con 16 años de edad. La que tiene el revolver es la combatiente Isabelita.
Quienes gritaban el 28 de abril en la avenida Duarte ¡PATRIA O MUERTE!
El excombatiente Darío Olivo, nos
cuenta: yo conocí a La China, cerca de la calle Juana Saltitopa, luego
en el barrio San Carlos, en la calle Montecristi. Esa si fue dura con los gringos cuándo echaban
las alambradas. Tenía una Cristóbal.
El
excombatiente Emigdio Sosa del comando POASI,
nos cuenta que: -El 16 de junio de 1965, en la mañana, voy cruzando del
barrio Santa Bárbara al barrio San Antón, en combate contra las tropas
yanquis de ocupación y en una boca calle me encuentro yo y un grupo de compañeros combatientes con La
China, enfrentando con un fusil máuser a las tropas yanquis que intentaban
tomar la placita de San Antón. Al vernos nos llamó y me acuerdo como ahora que
una señora desde un callejón de la calle Celestino Duarte le paso una taza de
avena con chocolate y ella le dijo no gracias y me la dio a mí. Nos acantonamos
en las ruinas de San Francisco, cerca del liceo Argentina.
El excomandante del comando
del MPD, Harry Jiménez, conocido como Memo, hablando de las mujeres de abril
nos dice: -Mira, yo conocí a la China
del Pedro Cadena; ella es de aquí, de Santa Bárbara y San Antón. Era una
combatiente 1-A.
Entrevista a Nati Anduajar (LA CHINA) del Libro: Relatos de los Combatientes de Abril 1965 del Investigador Tirso Medrano